Anoche tuve un sueño. En ese sueño, el amigo de Barragán y la niña de Rajoy vivían en perfecta armonía en esa isla que no sea silencio amordazado que cantara Miguel Zerolo. En esa isla, el amigo de Barragán no tenía que preocuparse de presupuestos pues según Juanfer eran unos presupuestos fantásticos. La niña de Rajoy iba sin falta al colegio pues los profesores habían desistido de su huelga. Y hasta las campañas orquestadas por el marxismo internacional contra la moratoria habrían fracasado ante el sabio liderazgo de Domingo Berriel. Sí, anoche tuve un sueño. En ese sueño, el amigo de Barragán y la niña de Rajoy paseaban juntos por las nuevas alamedas de un archipiélago que ostentaba el récord de construcción de nuevas superficies comerciales, desembocaban en un limpio y abierto litoral, libre ya de poblados marineros que arruinen las posibilidades de construir hoteles-escuela de calidad. Sí, anoche tuve un sueño, que más bien era un pesadilla, porque no era un sueño, era realidad.