
Publicado originalmente el 3 de diciembre de 2016
¿Hasta cuándo has de abusar de nuestra paciencia, Coalición Canaria? ¿Cuándo nos veremos libres de tus sediciosos intentos? ¿A qué extremos sé arrojará tu desenfrenada audacia? ¿No te arredran ni las decisiones judiciales, ni la vigilancia de la Fiscalía, ni la alarma del pueblo, ni el acuerdo de todas las mujeres y hombres honrados, ni este protegidísimo lugar donde el Parlamento se reúne, ni las miradas y semblantes de casi todos los parlamentarios? ¿No comprendes que tus designios están descubiertos? ¿No ves tu conjuración fracasada por conocerla ya todos? ¿Imaginas que alguno de nosotros ignora lo que has hecho anoche y antes de anoche; dónde estuviste; a quiénes convocaste y qué resolviste? ¡Oh, qué tiempos! ¡Qué costumbres! ¡El Parlamento sabe esto, lo ve el pueblo, y, sin embargo, Coalición vive! ¿Qué digo vive? Hasta viene al Parlamento y toma parte en sus acuerdos, siendo minoría, se permite gobernar con una Ley electoral a la medida, mientras con la mirada anota los que de nosotros designa al ostracismo. ¡Y nosotros, varones y féminas fuertes, creemos satisfacer a la Patria Canaria previniendo las consecuencias de su furor y de su espada! Ha tiempo, Coalición, que por orden del pueblo debiste ser llevada al suplicio para sufrir la misma suerte que contra todos nosotros, también desde hace tiempo, maquinas.