
¿Existe una Canarias vaciada? Es la primera pregunta que hay que hacerse. Dentro de la campaña a las Elecciones Generales se ha colado el término de la España vaciada, que refiere a la despoblación de ciudades interiores de la Península Ibérica. Noemí Santana, secretaria general de Podemos Canarias, habló en La Palma de «islas vaciadas» para referirse a la población que deja esas islas para irse a las capitalinas. En su alocución, Santana trató temas como el elevado precio de la cesta de la compra o la falta de oportunidades para la juventud que hace que se vayan a las islas centrales. Canarias 7 también publicó un reportaje en el que habla del caso de Betancuria, su población envejecida y su progresiva despoblación.
Como escribo en la entradilla, en esta parte analizo principalmente el caso de los municipios del norte y cumbre de Gran Canaria, de cuya despoblación progresiva se ha hecho eco el alcalde de Moya, Poli Suárez, aprovechando las intervenciones relativas a difundir la Feria Enorte que ha tenido lugar este fin de semana en Gáldar. Dejo para la segunda parte el caso concreto de las islas occidentales, al que aludía Noemí Santana. Entrando en materia, y tratando en primer lugar el caso de Betancuria tratado en prensa, gana población en relación al año 2017, aunque bien es cierto que las cifras todavía son inferiores a 2010. En las islas de Lanzarote y Fuerteventura todos los municipios ganan población de 2017 a 2018. Centrándonos en el caso de Fuerteventura, en el año 2000 tiene 60.124 habitantes, en 2010 103.492 y ya en 2018 son 113.275. Un crecimiento poblacional bastante importante, tónica general de las islas orientales. Gran Canaria, por su parte, tiene en el 2000 741.161 habitantes, en 2010 aumenta a 845.676 y en 2018 los pobladores de la isla se cifran en 846.717. Hay un crecimiento de casi 100.000 habitantes en la primera década del siglo, mientras en la segunda el crecimiento es menor.
Por lo tanto, ¿qué sucede en los municipios de norte y cumbre de la isla mientras la población insular está creciendo a este ritmo? En el gráfico se observa de manera resumida:
Atendiendo a datos del Instituto Canario de Estadística (ISTAC) solo crecen poblacionalmente hablando Arucas y Valsequillo en relación a los datos de 2010, coyuntura en la cual el crecimiento de la isla es menor, de unos 1.000 habitantes. De la comarca, además, Arucas es la más poblada. En el año 2000 tiene censadas 31.973 personas, en 2010 crece hasta 36.745 y en 2018 el aumento alcanza los 37.691. Por lo tanto, crece en relación al 2000, pero se mantiene con pocas fluctuaciones desde 2010, con mínimos aumentos poblacionales. Su cercanía a la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria influye decisivamente en su estabilidad demográfica.
En la capital del antiguo guanartemato del norte, Gáldar, la población en el 2000 es de 22.291 habitantes, aumenta en 2010 hasta los 24.473 y en 2018 disminuye hasta la cifra de 24.209. Desde 2011 hay sucesivos descensos y ligeros ascensos, para quedar la población en el último año en valores inferiores a 2010. Santa Brígida es el tercer municipio más poblado de la franja norte de la isla, aunque no pertenezca a la Mancomunidad. En 2000 el censo arroja la cifra de 18.153 satauteños, en 2010 son 19.135, para disminuir en 2018 hasta los 18.314. Hay un crecimiento ostensible del 2000 al 2009 y un descenso similar desde 2010 a 2018, para quedarse en niveles parecidos al comienzo del periodo estudiado. Su descenso poblacional se produce pese a su cercanía con la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria.
Guía por su parte tiene descensos poblacionales desde 2012, con el nivel más bajo en 2013. En 2018 su población es inferior al 2000. En ese año en Guía habían 14.032 habitantes, en 2010 aumentan a 14.200 y en 2018 descienden a 13.924. El quinto municipio más importante a nivel demográfico del norte grancanario es Teror. En 2000 cuenta a 11.898 personas, en 2010 ascienden a 12.944 y en 2018 se cifran en 12.449. En dicho municipio se producen pérdidas poblacionales progresivas desde 2010. El otro municipio que aumenta población es Valsequillo, que en el 2000 posee 8.049 habitantes, en 2010 9.099 y en 2018 sube a 9.278. Pese al aumento poblacional, el crecimiento parece estancado en esta década. Su cercanía a la ciudad de Telde, la segunda más poblada en la isla, puede ser un factor importante en estos buenos datos.
Moya cuenta en el año 2000 con 8.664 habitantes, en 2010 baja a 8.098 y en 2018 se cifra en 7.728. La población no para de descender desde el año 2000. Ahora mismo Poli Suárez es el presidente de la Mancomunidad del Norte y alertaba en los micrófonos de la SER del descenso poblacional de la comarca. San Mateo, por su parte, en el año 2000 tenía censadas 7.424 personas, en 2010 aumenta hasta las 7.699 y en 2018 desciende muy levemente hasta las 7.625. San Mateo es un municipio que mantiene unos datos demográficos estables, pese a su leve pérdida. La Aldea de San Nicolás tiene en el año 2000 una población cifrada en 8.070, aumentó en 2010 a 8.623 y descendió ostensiblemente en 2018 hasta los 7.608 habitantes, más de mil personas menos. El descenso poblacional es continuado desde 2013, año que el consistorio se declara casi en bancarrota. Las vicisitudes en relación a la carretera tienen mucho que ver en esta cuestión.
Firgas cifra en el 2000 su censo en 6.814 personas, en 2010 asciende hasta las 7.564 y en 2018 baja a 7.491. Tras diversos aumentos poblacionales, a partir de 2013 empieza a descender con la excepción de 2017. Agaete tiene una población en el 2000 de 5.665 habitantes, en 2010 ya son 5.748, sufriendo un ligero descenso en 2018 quedando su censo en 5.573. Hay diversas pérdidas poblacionales desde el año 2014. De hecho el valor de 2018 es inferior al del año 2000. En todos estos años ha operado el Muelle en el municipio, sin que ello haya determinado tener más población. Valleseco sufre sucesivos descensos poblacionales desde 2011. En 2000 cuenta con 4.006 personas, en 2010 baja ligeramente a 3.935, para bajar más en 2018 hasta llegar a la cifra de 3.784.
Los municipios cumbreros también descienden poblacionalmente. Tejeda en el 2000 tenía censadas 2.565 personas, en 2010 ya son 2.133 y en 2018 quedan en 1.921. Por lo tanto, descensos en estas casi dos décadas para quedarse actualmente por debajo de los 2.000 habitantes. Artenara en el 2000 cuenta con 1.572 habitantes, en 2010 con 1.230 y en 2018 con 1.090, superando en poco el millar de personas. Su población está en claro descenso en estas décadas, y con el envejecimiento de su población, similar al de Tejeda, se prevé un descenso mayor. Incluso pasa en estos municipios que algunas personas están censadas allí y residen en otro lugar, por cuestiones familiares o por tener una segunda residencia.
La primera conclusión es que mientras la población de la isla aumenta, la mayoría de estos 14 municipios, todos salvo Arucas y Valsequillo, descienden poblacionalmente. La población se concentra en los siete municipios restantes por estar cerca de la costa, donde está el turismo, los centros urbanos y la mayoría de los polígonos industriales. En cualquier caso pocos descensos son significativos, seguramente los más acusados sean los de Artenara y Tejeda por su lejanía a los centros urbanos, su difícil acceso y la consolidación del modelo económico del sector servicios actual. El caso de La Aldea va aparte porque todavía pesa el difícil acceso. ¿Podemos hablar de una Canarias vaciada atendiendo a los casos del norte de Gran Canaria? Bajo mi opinión no, porque los descensos poblacionales no son significativos. Es verdad que existe una concentración poblacional difícil de paliar con el modelo actual y la situación de los centros económicos en las zonas urbanas y costeras del corredor noreste, este y sur, pero no veo alarma. Seguramente el discurso de la despoblación puede valer a los especuladores para defender soluciones desarrollistas, un plan que no parece descabellado, recuerden el proyecto del Macromuelle de Agaete. Veremos qué pasa con las islas occidentales, las llamadas verdes, analizadas en una próxima entrega.