
Nodependencia: Términos nacional-estatales contrarios al de “dependencia” son los de “independencia” y “nodependencia”. Pero la independencia significa separación-y-soberanía-estatal (véase ‘Separacionismo’), mientras que la nodependencia significa soberanía-nacional-y-autogobierno (véase ‘Soberanía democrática’). La nodependencia niega la colonialidad del poder e implica el logro de sistemas relacionales democráticos, equitativos e interdependientes en la conformación y distribución de los poderes de cada sociedad, tanto interna como externamente, contemplada tanto desde abajo como desde arriba, en la esfera económica y también en las restantes esferas de los diferentes mundos glocalizados de la vida (véase ‘Nación’, ‘Dependencia’, ‘Colonial, decolonial’ y ‘Proceso constituyente canario’). La nodependencia canaria es, por tanto un horizonte democrático de soberanía nacional decolonial hacia el que avanzar mediante un proceso constituyente, un ideal propio del realismo posible —o realismo razonable— que suscribo (véase ‘Crítica y reconstrucción’, ‘Desaprender’, ‘Realismo razonable’).
Oligarquía: Ver ‘Casta política’.
Pleitos: Conflictos y contiendas políticas. Los buenos pleitos son conflictos planteados para cuestionar los malos arreglos, por necesidad, de forma democrática y legítima. Los “malos pleitos” son contiendas que cuestionan malos o buenos arreglos, sin lucidez y de mala manera, formas que son antidemocráticas, ilegítimas e, incluso, no pacíficas. Sin embargo, con la idea de “buen pleito” se propone rechazar el muy arraigado dicho temprano-moderno “Más vale un mal arreglo que un buen pleito”, y se propone invertirlo afirmando lo contrario, que “Más vale un buen pleito que un mal arreglo”. Y se propone para aplicarlo a la necesidad de afrontar el problema nacional canario abriendo un proceso constituyente democrático a partir del público planteamiento al Estado español por parte de la sociedad isleña del que llamo buen pleito nacional-popular canario (véase ‘Problema nacional canario’, ‘Buen pleito nacional-popular canario’ y ‘Proceso constituyente canario’).
Poli(é)tica: Más allá de gestión técnico-administrativa, la política estándar tiene como principal característica el desvincular lo que se dice de lo que se hace, la teoría de la práctica. De este modo, los discursos políticos pueden propagar mentiras y engaños y las acciones políticas pueden ocultar privilegios y corruptelas. Se hace del todo necesario ofrecer una alternativa crítico-reconstructiva a la política estándar. Una buena política —es decir, una “poli(é)tica”— debe proceder a la inversa, vinculando lo que se dice con lo que se hace y estableciendo relaciones de razonable congruencia entre los discursos y las acciones, entre las teorías y las prácticas.
Así, en términos analíticos, la poli(é)tica debe establecer y realizar de forma democrática objetivos de largo y corto alcance en sociedad. Por una parte, los objetivos de largo alcance son fines a respetar o a realizar, esto es, valores, normas y metas (que son los que conforman los principios y estrategias que orientan la política). Por otra parte, los objetivos de corto alcance son medios que deben estar correlacionados con los fines de largo alcance y permiten avanzar hacia ellos (que son los que conforman las tácticas políticas que concretan los principios y estrategias).
Por último, los fines y medios deben ser objetivos de largo y de corto alcance que expresen las necesidades, intereses y preferencias sociales (que, a su vez, son las que conforman las realidades ineludibles de las que la política debe arrancar). La poli(é)tica, por tanto, ha de disentir siempre de la conculcación de los derechos de ciudadanía y de las políticas de dominación y subordinación, las políticas autoritarias, oligocráticas y/o etnocráticas, las políticas del miedo y la claudicación, que son las que prevalecen (véase ´Legitimidad’, ‘Estrategia’, ‘Democracia’, ‘Soberanía democrática’, ‘Constitución democrática’, ‘Proceso constituyente canario’ y ‘Canarismo’).
Problema: Partiendo del hecho primario de que la realidad es problemática y frente a la acepción corriente del término “problema”, que considera que tener problemas es algo siempre negativo, en la poli(é)tica científico-filosófica “tener problemas” es necesario y positivo, pues es la única alternativa que permite encarar de verdad su resolución. Los problemas políticos cruciales no se suelen presentar a la vista por sí solos. Al contrario, son el fruto de la problematización de la vida, es decir, el resultado de la actitud interrogativa ante la realidad, que saca a la luz los problemas y los formula de forma crítica y reconstructiva. Un problema no es una pregunta o cuestión para la que se conoce la respuesta o la solución adecuada; un problema es una cuestión, por el contrario, de la que a priori se desconoce cómo resolverlo —por eso es un problema—, de modo que solo su planteamiento permite el paso ulterior de la resolución. Un conjunto de problemas relacionados conforman una problemática, como ocurre para el caso del Archipiélago con los problemas que agrupados y articulados conforman el problema nacional canario (véase ‘Problema nacional canario’).
Problema nacional canario: Se refiere a las importantes cuestiones no planteadas ni resueltas generadas por la dependencia y subordinación política de raíz nacional-colonial de Canarias, que hoy se ampara en el bloque constitucional-estatutario (que trata al Archipiélago como una Comunidad autónoma española subsidiaria y una Región ultraperiférica europea subalterna). No hay más salida al problema nacional canario que la declaración unilateral, pacífica y democrática del buen pleito nacional-popular canario y la apertura de un proceso constituyente a partir del reconocimiento y ejercicio de la soberanía nacional de las Islas (véase ‘Poli(é)tica’, ‘Buen pleito nacional-popular canario’, ‘Proceso constituyente canario’ y ‘Soberanía democrática’).
Proceso constituyente canario: El proceso constituyente de las “las Islas que tenemos” en dirección a “las Islas que queremos” apunta hacia una Canarias soberana, hacia la construcción decolonial y nodependiente, normativa e institucional de una nación que pueda autodeterminarse democráticamente para empoderar de forma pacífica, libre e igualitaria a sus ciudadanas y ciudadanos. Este proceso habrá de ser contingentemente abierto y deberá culminar en una Constitución propia (véase ‘Constitución democrática’).
El proceso “constituyente” canario debe continuar luego como proceso “constituido” en tanto que camino democrático —que igualmente habrá de ser contingente y abierto— de realización del poder soberano canario constitucionalizado. Se trata de poder autogobernarse para autocentrar, reequilibrar y desarrollar nuestra economía, para aumentar el bienestar popular y garantizar el ejercicio de los derechos políticos de protección, participación y prestación a todas las personas de Canarias, sin brechas injustas de clase, género, etnia, cultura e ideología. Se trata, por tanto, de un proceso de lucha democrática contra la exclusión, en primer lugar, pero también contra la discriminación, la explotación y la opresión que soporta la población de las Islas (véase ‘Poli(é)tica’, ‘Problema nacional canario’, ‘Buen pleito nacional-popular canario’, ‘Democracia’ y ‘Soberanía democrática’). (Continuará)
Esta entrada forma parte, con las adaptaciones y actualizaciones pertinentes, forma parte del volumen Libertad de actuar. Argumentos poli(é)ticos para el disenso, de Pablo Utray, publicado en noviembre de 2018 por las Ediciones Tamaimos.