
«Cuando el sabio señala la luna, el tonto mira el dedo». Es un proverbio chino. En este caso los sabios no son sabios, sino listos de playa, nunca mejor dicho. Los tontos, no son tontos, sino más bien mediatizados. Vamos a resumirlo en el ojo que mira el dedo, por el momento. Resulta que llevamos meses, si no años, hablando del alquiler vacacional. En Tamaimos hemos tratado el tema desde distintos prismas. No lo hemos demonizado, pero sí hemos expuestos sus efectos secundarios en un mercado inmobiliario muy complicado.
Ahora el Gobierno de Canarias presentó el borrador del decreto que prohíbe, con excepciones, el alquiler vacacional en zonas turísticas. Los representantes de las asociaciones de alquiler vacacional se quejan de que la ley está al dictado de Ashotel. ¿Qué dice Ashotel? En una respuesta al borrador de una regulación, a finales de 2014, que permitía viviendas de alquiler vacacional en zonas turísticas y residenciales, indican: «Aunque Ashotel ha mostrado su oposición a que se abra la mano al alquiler vacacional, porque teme que esta actividad de al traste con el principal sector de la economía canaria, el turismo, si el Gobierno de Canarias quiere regularlo debe hacer un buen decreto en el que se evite la competencia desleal de estos alquileres con los hoteles y apartamentos legalmente constituidos». En ese momento adelantaban por dónde iban sus preferencias, que no eran otras sino limitar el alquiler vacacional en zonas turísticas, lo que a ellos les afecta.
¿Cómo lo justifica el Gobierno de Canarias? Isaac Castellano, consejero de Cultura y Turismo, señala que el objetivo es «ayudar a garantizar el acceso a la vivienda de los residentes, apostar por la sostenibilidad y calidad, y evitar el crecimiento desordenado sobre el territorio siempre desde el ámbito competencial que tenemos, que es el turístico, y permitiendo que las corporaciones locales establezcan excepciones». Es cierto. Conozco casos de personas que no pueden vivir en zonas turísticas por los elevados precios y se tienen que marchar a medianías. Pero la mayoría de las personas residen en barrios dormitorios o ciudades y ahí no hay regulación alguna, ¿cómo se justifica?
La Ley sustituye a la anterior de mayo de 2015, que prohíbe el alquiler vacacional en zonas turísticas sin excepciones y sin posibles mediaciones de Cabildos o ayuntamientos, extremo que ahora sí contempla. Una norma que está recurrida en los tribunales. Siguiendo con la cuestión de la regulación del alquiler vacacional en zonas residenciales, en Palma de Mallorca, Ámsterdan o París lo están limitando. Nosotros somos originales y lo hacemos en las zonas turísticas. ¿A quién se pretende proteger? ¿Al ciudadano de a pie que necesita una casa para vivir o al empresario turístico que tiene hoteles y apartamentos en zonas turísticas? ¿Cuánto afecta a la ciudadanía el alquiler vacacional en zonas turísticas y cuánto en zonas residenciales?
La pregunta es qué hacemos con las capitales. Porque en el caso de las zonas turísticas está claro, pero las ciudades también reciben turismo. El Alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, Augusto Hidalgo, sospecha que no afectará a la ciudad, por lo que la capital grancanaria seguirá sin coto al alquiler vacacional. Con todo, podremos asistir a la presencia de casas de alquiler vacacional en Las Rehoyas, Tenoya, Tamaraceite, Polígono Cruz de Piedra o El Calero, pero no en Maspalomas o Puerto de Mogán. Todo muy proporcionado. Y queda demostrado, por enésima vez, quienes tienen la influencia política y quienes sufren las buenas amistades de algunos agentes empresariales.
Si recuerdan la simbólica foto de Carlos Alonso, Fernando Clavijo y el pequeño de los Kiessling, los tres compartían una embarcación. Podríamos fletar una lancha entera con todos los agentes del lobby turístico y sus secuaces que poseen el poder político. En el otro lado, la ciudadanía, reclamando problemas reales del día a día: sueldos dignos en el sector turístico, turismo de más calidad, regulación turística y estudio de su impacto, tasa turística o limitación del alquiler vacacional en sus barrios, donde realmente afecta a los precios del alquiler y compra de vivienda. Sus reclamaciones son apenas ecos entre los gritos de los agentes turísticos. En eso alguien señala la luna, forma metafórica de la limitación del alquiler vacacional en zonas turísticas. La ciudadanía mira el dedo y, sin poder reaccionar, el dedo ya está en el ojo. Los poderes fácticos ahondan en la ceguera.