
Publicado originalmente el 26 de noviembre de 2008
Pongamos un país que esté a miles de kilómetros de su metrópoli, situada en otro continente. Entre el gobierno de la metrópoli y los ciudadanos de aquel país se ponen de acuerdo, de manera pacífica, para someter a referéndum un Estatuto de Autonomía que reconoce el derecho de autodeterminación. Éste podría ser ejercido en cuanto los ciudadanos de dicho país lo decidieran y la metrópoli lo acataría como lo que sería: un ejercicio de democracia incontestable. Alguien podría juzgar si el ejercicio de la autodeterminación –en este caso sinónimo de independencia- es políticamente más o menos inoportuno en tal o cual coyuntura. Estaría en su derecho, pero no podría oponer a dicho ejercicio otra voluntad que no emane de la de los ciudadanos de aquel país. No por superar cuantitativamente los habitantes de la metrópoli a los habitantes de dicho país podrían imponer aquéllos a éstos su voluntad, caso de ser contraria. Todo lo más, habrían de vehicular tal decisión con el fin de que pueda ser ejercida. Así las cosas, el razonamiento parece inapelable. No hablamos de una región dentro de un territorio continental, donde los lazos entre las respectivas poblaciones existen y los intereses son diversos y hasta a veces coincidentes, lo cual haría mucho más dificultoso un ejercicio aséptico de secesión. Este último sería el caso del Québec. Como sentenció el Tribunal Supremo de Canadá, el Québec no podría separarse unilateralmente pero Canadá, a su vez, tampoco podría desoír una demanda independentista claramente expresada por el pueblo quebequés. Algo parecido podría darse en un futuro en alguna nacionalidad de las hoy incluidas en el Estado español, aunque no precisamente Euskadi. El primer caso es diferente. Hablamos de un territorio insular donde los habitantes, previsiblemente, dirán sí a un proceso de reforzamiento autonómico y posterior independencia, el cual será comunicado a las instituciones y pueblo metropolitanos. Es a mi juicio impecable. Por cierto, el país no es Canarias, sino Groenlandia.