
A pesar de que algunos piensan que el Estado está en vías de extinción ante el imparable avance de los procesos de globalización, quisiera que quienes así piensan preguntasen a las personas apátridas, que carecen de un Estado reconocido a nivel mundial que les proteja, qué significa el derecho a la nacionalidad. Les pido que expliquen qué quiere decir que el Estado sobra, que ha perdido su función, que es incompetente ante el fenómeno de la globalización. Muy al contrario, queridos agoreros de la muerte del Estado, hoy más que nunca el Estado es necesario.
Nacer y vivir con un documento de apátrida es como andar por el desierto sin apenas agua. Este es el caso de los saharauis nacidos en los campamentos de refugiados en el sur de Argelia. A pesar de que las y los saharauis estamos muy arraigados a nuestros orígenes, las dificultades que atravesamos día tras día nos ha llevado a aprovechar las oportunidades que la solidaridad internacional y humanitaria nos ha brindado para formarnos en distintas partes del mundo con la esperanza de que un día pueda servir al desarrollo de nuestro pueblo.
Hoy día nos encontramos con una generación preparada como nunca lo había estado antes. Pero eso no ha servido para dar de comer a sus familias. Cuando terminan sus estudios tienen que volver a los campamentos donde no crecen ni árboles ni ideas. Las ayudas humanitarias sólo cubren las necesidades básicas y no se han implementado estrategias para que la población saharaui se pueda valer por sí misma a largo plazo.
Las dificultades que enfrenta la juventud saharaui son inmensas. El hecho de tener que dejar el lugar donde naciste, a la gente que quieres, para ir con 12 o 15 años a cumplir el objetivo de prepararte, con la promesa de un futuro mejor que el de nuestros padres es un puro sueño. Un sueño que sólo existe en el desierto del “Hamada”, un lugar tan cálido y al mismo tiempo lejano de aquellos recuerdos que me contaba mi madre. Después de tantos años trasladándonos de un país a otro, al final del túnel sólo nos queda vivir de ayudas humanitarias. Es la injusticia que viven tanto nuestros mayores como está generación tan perdida.
Me pregunto por qué el Polisario decide mandar a sus hijas/os a prepararse si saben que el túnel termina en los campamentos, donde no hay recursos para poder ejercer los conocimientos adquiridos. El Polisario insiste en que esta preparación será útil para la construcción del país tras la independencia que calculan que será en breve.
Para poner fin a esta situación al pueblo saharaui le quedan sólo dos opciones. La primera es ir preparando los territorios liberados con el fin de trasladar su gente y construir un país verdadero. Hay que dejar atrás la vieja estrategia de la victimización, no hay que seguir culpando el estado español por la herencia histórica que todos sabemos.
La otra opción es más bien un deseo. Es difícil que las/os saharauis lo tengan presente. Se trata de seguir el ejemplo de los judíos que fueron exiliados en diversos países del mundo y que hoy en día tienen voz y presencia en los mismos países que les concedieron su nacionalidad.
El Polisario por ahora es el único organismo que responde por el pueblo saharaui. Sin embargo, es también responsable de este vacío y desprecio hacia miles de jóvenes que se ven obligados a sufrir las consecuencias de decisiones que no tomaron ellos.
Está juventud necesita otras medidas distintas a las que hasta ahora se han tomado. La salida no puede ser reavivar el conflicto armado para dar satisfacción a las aspiraciones de una juventud que va camino de la frustración. Las estrategias que reconduzcan la situación de descontento deben ser firmes pero a la vez pacíficas.
En conclusión, y retomando lo que afirmaba al comienzo, es preciso que se constituya urgentemente un estado legitimo internacionalmente reconocido en el territorio liberado del Sahara Occidental y que Marruecos no se atreve a reclamar. Esto daría carta de ciudadanía a todos los y las saharauis que hoy en día sólo son apátridas.
Por otro lado, el desarrollo personal y vital que podrían alcanzar los saharauis en sus propias vidas y las de sus familiares directos, sino también en la causa saharaui, cuya solución solo podría ser diplomática y pacífica.
* Artículo extraído del blog OM-Saharaui.