
El otro día me enteré que al señor Paco Delgado lo habían nominado al Oscar por mejor vestuario y esta es ya la segunda vez. Que conste que yo al señor Delgado no lo conozco de nada, pero me alegro de sus logros, por que ser canario -conejero para más señas- y triunfar en el mundo del cine. Son cosas prácticamente imposibles, y más si se pretende hacerlo desde Canarias.
Es en este apartado donde quiero hacer mención especial a la figura de un creador grancanario que se merece todos mis respetos: Armando Ravelo. El señor Ravelo consigue rizar el rizo ya que no sólo quiere hacer cine en Canarias si no que pretende contar nuestra historia, nótese la ironía del comentario. En estas líneas me gustaría hacer un ejercicio de imaginación con ustedes mis posibles lectores: ¿se imaginan que pasaría si Armando en vez de ser de Telde fuese de Girona o de Lleida y pretendiese llevar a la gran pantalla la historia de esas tierras? Pues que muy probablemente el gobierno catalán les hubiese puesto una alfombra roja y ya se hubiesen sacado hasta merchandising, pero en Canarias se hace cine a pesar del gobierno supuestamente nacionalista que tenemos.
Armando es una persona tremendamente creativa: un artista que no sólo escribe sus guiones, sino que aparte dibuja sus storyboards y, evidentemente, los lleva a la pantalla. Su corta pero intensa trayectoria me hace pensar que estamos ante un artista de los que marcarán una época, ya que sólo hay que ver la factura de alguno de sus trabajos como Ansite, The Sweet girl o Estela y el recorrido que están teniendo en festivales para darse cuenta de ello. Por todas estas razones y por que es absolutamente necesario contar nuestra historia considero que apoyar el Proyecto Bentejuí con cada una de sus historias es absolutamente imprescindible porque el cine, aparte de para entretener, tiene entre otras muchas funciones la de crear conciencia.