
Uno espera que si viene un equipo de televisión a nuestras islas a grabar un programa, por malo que sea, las autoridades isleñas hagan por lo menos el amago de decir que «este tipo de programas dejan dinero en las islas, se crearon no sé cuántos puestos de trabajo, etc.». Vale que hay mucho de servilismo en todo eso pero parece normal que se esperen beneficios de un asunto así. Ahora, lo de Raúl Camacho, Consejero de Turismo del Cabildo de La Palma por el Partido Popular, entra en la antología del disparate político isleño, que es una obra mayúscula e inacabable y que ningún periódico podría entregar por falta de domingos.
Dice el tal Camacho que «Es una promoción gratuita de La Palma. A nosotros tan solo nos pidieron los permisos y colaboración para acotar algunas zonas en las que iban a grabar, pero absolutamente nada de dinero». ¿Se puede tener una actitud más pusilánime? Ya no es que nos contentemos con que hayan dejado dinero -habrán comprado alguna garrafa de agua o algún tubo de Alka Seltzer, digo yo- sino que respiramos aliviados porque no nos salió ni un duro el que un equipo de la televisión suiza grabe diez programas en la isla. ¿Será que se ha pagado en anteriores ocasiones y tenemos que ver esto ahora como un logro? A este paso, casi puede uno imaginarse a Carlos Alonso, el presidente del Cabildo de Tenerife, anunciando: «Este verano se va a rodar Fast and Furious 17: The Return of the Ring y gracias a nuestras eficientes gestiones sólo tendremos que pagar la gasolina de los coches y algún que otro repuesto». Todo esto me recuerda a aquel chiste en el que la mujer de un condenado, al oír que sentenciaban a su marido a tres años de cárcel y 6.000 euros de multa, gritaba: «¡El dinero, Pepe, coge el dinero!». Pues eso, otro que no se entera.