
No soy de los que dicen que lo más interesante de los museos es siempre la tienda. No llego a eso pero sí confieso que me parecen espacios a los que hay que dedicar alguna atención como visitantes puesto que suelen dar datos que el propio museo, entregado a la muestra artística, etc. no contempla. En particular suele interesarme un aspecto: la capacidad de convertir en mercancía la experiencia de la visita. En mi opinión, esto último deja entrever en buena medida la consideración que a los responsables del museo y también a la comunidad que lo acoge merece lo que se muestra. Uno no es un necio y no confunde valor y precio, pero sí sabe que en este mundo en que vivimos a pocas cosas gratuitas se les da verdadero valor. Dicho de otra manera, por triste que parezca, dar valor a las cosas es muchas veces equivalente a ponerles precio.
Durante los últimos años, como todos ustedes, he visitado y revisitado algunos museos y lugares de interés de las islas. ¿Qué lectura puede uno extraer de la visita a sus tiendas? Aquí hay variedad. Podríamos hablar de aquellos espacios en los que la tienda directamente no existe pero dicen que existirá, como el Maipés de Agaete, o de aquellos en los que la tienda no es más que una exigua estantería donde se venden escasísimos artículos relacionados con el artista, mostrados de una manera discreta, por ser benevolente, como el Museo Néstor, que bastante hace con sobrevivir entre tanta injusta indiferencia.¡Qué paradoja precisamente en alguien que tuvo tan clara la necesidad de poner en valor lo canario! También están los que hacen de su tienda un batiburrillo en el que caben desde reproducciones de cerámica indígena canaria hasta trajecitos ibicencos como el Museo Canario y no es coña. En el Museo del Timple de Teguise la tienda directamente no existe y debe uno acompañar a la conserje hasta un armario donde bajo llave se custodian algunos CD dedicados a nuestro instrumento nacional o no, mientras te dicen que la tienda “es una prioridad”. El Museo de la Naturaleza y el Hombre opta por situar estratégicamente vitrinas en los pasillos informando al visitante de que puede adquirir dichos productos pidiéndolos en la entrada. ¡Qué ilusión poder llevarse uno una auténtica ánfora romana del Rubicón, de la tercera declinación!
La Casa Las Miquelas, en Candelaria, dedicada a la importantísima tradición alfarera del municipio, tiene una curiosa tienda que merecería, al igual que el centro en sí, una mayor afluencia. Combinan bien a mi juicio producción artesanal con modernidad, etc. En el Teatro Pérez Galdós la tienda rezuma cierto elitismo y un regusto chic. Después de uno realizar la maravillosa visita al museo –bien guiada por voluntarios- no deja uno de querer llevarse alguna cosilla aunque destile ese discreto encanto de la burguesía palmense. No digamos el CAAM, aunque prácticamente sólo venda catálogos de artistas y exposiciones. Los centros turísticos de Lanzarote gozan de buenas tiendas, merchandising abundante con profusión de elementos manriquianos. Son una mina. Además, en la Fundación César Manrique puede uno adquirir los excelentes materiales que editan. No todo va a ser postureo, como se dice ahora. La Cueva Pintada de Gáldar es un ejemplo también en esto. Una tienda bien surtida, con artículos para todos y en general bien orientados en un lugar que cobra más importancia día a día más por su labor educativa. Sin embargo, he de decir que los últimos casos que cito son los menos. Abunda sobre todo la chapuza, la importación acrítica de elementos foráneos, la ausencia de criterio a la hora de elegir qué merece ser vendido, la incapacidad de producir materiales propios y de calidad,… Dos posibles causas pueden ser consideradas: en primer lugar, la creencia de que lo público no tiene la generación de beneficios entre sus objetivos. Así, sacar rentabilidad a la oferta museística, etc. pareciera una meta que sólo correspondiera a los centros privados. Lo público debe conformarse con no perder mucho dinero, por lo visto. En segundo lugar, una innata creencia, que no suele verbalizarse, de que nuestras cositas canarias están bien para nosotros pero ¿cómo va a querer alguien pagar dinero por algo así? Eso es para las culturas importantes como la catalana, la española, la estadounidense, etc. En qué medida se conjugan estos dos elementos es algo que se me escapa pero sí sé que el día en que uno visite la mayoría de museos de las islas y vea tiendas bien provistas de material propio, visitantes con bolsas llenas de representaciones de nuestra cultura para llevarla a todos los lugares del mundo… algo habrá cambiado definitivamente en nuestra forma de vernos y de que nos vean.