El subterfugio del mal llamado universalismo ha sido desde siempre uno de los tópicos más recurrentes en esta página de opinión. La pretendida universalidad que arguyen tantos en Canarias no es más que una forma de enmascarar un profundo sentimiento endofóbico y de inferioridad, que les lleva a valorar lo de fuera a unos niveles que rozan lo enfermizo.
El multiculturalismo o universalismo niega la idea de la diferencia como norma, y busca condensar en una sola categoría -lo universal- todo el espectro cultural de los pueblos del mundo, con lo que ello implica de empobrecimiento y pérdida de matices. Se olvidan los que así piensan que el multiculturalismo es una tesis de profundo corte liberal y colonial, que obvia el diálogo entre culturas y la negociación que en estos intercambios se habría de desarrollar. Es un pensamiento homogeneizador, basado en las relaciones de poder -principalmente económico- y que deja muy poco espacio de maniobra a las culturas o naciones que no pueden competir en esos términos de prestigio cultural, poder económico o fuerza militar.
Sucede además en Canarias que quienes se sitúan en estas posiciones lo hacen amparados en la falsa creencia de que quienes dudamos del universalismo cultural lo hacemos afectados por una suerte de enfermedad que suelen llamar localismo u ombliguismo, demostrando así que su tan cacareado multiculturalismo no es tal, pues negar la existencia de los localismos culturales es negar que de la suma e intersección de ellos pueda surgir el multiculturalismo.
Lo mejor para este tipo de situaciones es, precisamente, enfrentar a los que así piensan a realidades ajenas en las que, a modo de espejo, un pueblo puede verse reflejado socialmente. Advertir que problemas como la endofobia no son exclusivos de Canarias podrá poner a los escépticos sobre la pista de que también los males que nos aquejan pueden ser universales, y que no hay nada más localista que pensar que uno no tiene particularidades locales.
El siguiente vídeo que les compartimos, advierto, puede herir sensibilidades personales. Y no por obsceno o desagradable, sino por, como apuntábamos, el enorme potencial que tiene como reflejo de nuestra propia realidad social y cultural tomando como referencia otra experiencia diferente. Especialmente doloroso para aquellos que hayan sufrido un proceso de metamorfosis en alguna estancia fuera de Canarias, bien sea por trabajo o por estudios, que les haya llevado a descubrirse universales en el momento mismo en que pisaban suelo extraño.
En el vídeo, un estudiante puertorriqueño de intercambio en España describe de forma irónica su visión sobre Puerto Rico desde la distancia, y cómo afronta su relación con su país ahora que ya es un «estudiante internacional». Cualquier parecido con la realidad de Canarias no es casualidad.