
Algunos periodistas canarios, como Juan García Luján, Alfonso González Jerez y Andrés Chaves, han compartido con sus lectores sendas crónicas acerca de sus encuentros con Hugo Chávez. Cito sus nombres en el orden en que más me han gustado y, en cualquier caso, los invito a leer por ustedes mismos y sacar sus propias conclusiones. Uno, que no es tan importante, jamás tuvo la oportunidad de conocer al presidente venezolano, aunque creo que lo conocí en los rostros y anhelos de mis amigos de El Amparo y El Valle, en Caracas, Barquisimeto, Sanare, Quíbor, Socopó, Puerto Píritu, Pedernales, Carúpano, Maturín, Güiria, Calabozo, Birongo, Chuao,… y tantos otros lugares que, a golpe de cobija, carpa y chinchorro, he tenido la suerte de recorrer en ese querido país. Lo vi en múltiples afiches en los lugares más inverosímiles, siempre rodeado de agradecimiento y, por qué no decirlo, veneración y hasta asistí a un tamunangue en su honor. También lo vi en enormes carteles que publicitaban grandes y pequeños logros de la Revolución democrática que lideró y, a buen seguro seguirá liderando, como el lanzamiento del satélite Simón Bolívar, la ampliación del metro de Caracas, con su fantástico metrocable, saludando a la clase obrera petrolera antes de subir al Waraira Repano o en aulas de alfabetización digital para mayores en el rincón más alejado del Delta Amacuro. Yo no sé si eso es lo que llaman culto a la personalidad pero sí sé que no prefiero un cartel del Banco Santander o la efigie de un Jefe de Estado que no haya votado la gente.
No me extrañan ni me sorprenden en absoluto las muestras de dolor en su partida. Hechas las correspondientes traducciones culturales, veo a un pueblo agradecido al único presidente que se ha ocupado de ellos en toda su vida, uno de ellos. El ser humano expresa de múltiples maneras sus emociones –el que haya sufrido la muerte de un ser querido sabe de lo que hablo- y nada importa lo que yo pueda pensar sobre eso en estas horas. Tampoco importa nada lo que puedan decir los tertulianos a sueldo que anegan estos días los canales de televisión propios y ajenos, ebrios de su retórica sobre el populismo, el mesianismo y otros lugares comunes que de nada sirven para entender la Venezuela actual. Como alguien me dijo en Barinas, “Ustedes deben pensar que nosotros estamos todo el día pendientes de lo que dicen allá en Europa sobre Venezuela. ¡Pero si nadie le para bola a eso, chico!”. Hacen bien. Y nosotros también haríamos bien en desconectar de esos medios que malamente disimulan sus espurios intereses en Venezuela. No son imparciales ni objetivos ni buscan comunicar. Se vio claramente cuando el golpe de estado de 2004, cuando el sabotaje petrolero y cada vez que llamaron a Hugo Chávez, el presidente con más apoyo popular de América Latina, “dictador” y cosas peores. ¿O acaso hay que descubrir el racismo que hay detrás de chistes como “mico mandante”? Desde luego, no hay que pararles bola.
Pero, para terminar y volviendo a las reacciones en Canarias ante el fallecimiento del Presidente Chávez, no puedo dejar de comentar algo. Entre nacidos en Canarias y descendientes de primera generación, debe haber cientos de miles de canarios en Venezuela. Las estadísticas no son fiables. En cualquier caso, muchísimos. Los políticos canarios de cualquier partido viajan constantemente a la «octava isla» -que en realidad sería «la tercera»- a buscar votos, a sostener las redes de afiliados -principalmente de Coalición Canaria- y repartir prebendas, ellos, tan críticos con las “dádivas chavistas”. Paulino Rivero sostiene que ha ido dieciséis veces, aunque no hemos coincidido, ya ven ustedes. Sin embargo, cuando fallece el Presidente de la República el silencio de los políticos canarios los retrata. Queda claro qué es lo que realmente les importa de Venezuela. No tienen ni la decencia de enviar un representante –el Presidente del Gobierno, por supuesto- a las exequias como sí hizo Guipúzcoa, a pesar de tener ésta un peso ínfimo en la actual conformación de la población venezolana si se compara con la enorme comunidad isleña. Confunden desacuerdo político con altura de miras y representación institucional. ¿Acaso representa a los canarios Felipe de Borbón? ¿Qué tiene ese señor que ver con la enorme trascendencia histórica de la relación entre nuestros dos países, Canarias y Venezuela? Citando a Capriles Radonsky, ese gran líder histórico a quien jamás conoceré, ni falta que hace, “¿A ti quién te eligió, chico?”. De todas formas, como uno no es rencoroso, sugiero a Paulino Rivero, presidente de todos los canarios, una forma de enmendar su error: felicitar al guagüero Nicolás Maduro cuando el próximo 14 de Abril, aniversario de la liberación de Chávez tras su secuestro por fuerzas opositoras y de la proclamación de la II República española, recoja el testigo de la voluntad popular venezolana.
LA ARRANCADILLA: Siempre he pensado que para entender la Venezuela bolivariana hay que mirar más al Chile de Allende que a la Cuba de Castro. Esto en Europa no se entiende ni se quiere entender, porque se prefiere negar la posibilidad de la construcción de un socialismo democrático que dejaría irremediablemente a la mal llamada socialdemocracia con sus vergüenzas al aire. Más todavía. Sea como fuere, todas estas reflexiones me hicieron recordar un excelente documental que vi no hace mucho en el Matadero de Madrid, uno de esos espacios culturales magníficos, cuya programación debe uno seguir atentamente. Se trata del film de Patricio Guzmán, Nostalgia de la luz. Estamos ante una notable exhibición de talento cinematográfico en la que el chileno engarza la observación de las estrellas llevada a cabo por científicos en los observatorios en el desierto de Atacama con la paciente y callada labor de búsqueda de restos de desaparecidos de la dictadura de Pinochet a cargo de sus familiares. El compromiso ético del trabajo, la belleza de las imágenes y su combinación con la música, la crudeza de los testimonios,… hacen que Nostalgia de la luz sea, en mi opinión, un documental imprescindible acerca de una de las páginas de la Historia más terribles que el género humano hubiera escrito. Aquí les dejo el tráiler para que disfruten de una pequeña muestra del virtuoso hacer de Patricio Guzmán.