
Paso el Puente de los Finaos en Gran Canaria, más concretamente en Agüimes. Son días de encuentros con Tamaimos de aquí y de allá, de reflexiones compartidas, de descanso,… De los encuentros, algunos más que casuales, tendrán noticias en breves fechas, así que permanezcan atentos a sus pantallas,… Sin embargo, de lo que les quería hablar hoy es de otra cosa: básicamente, de lo lindo que está Agüimes. No sólo es que esté lindo, es que uno pasea por sus calles impolutas, contempla su cuidada arquitectura y su pulcro mobiliario urbano -ese respeto hacia la identidad de nuestro pueblo- se detiene en sus rincones a leer la poesía en los muros, degusta la comida tradicional en sus restaurantes,… y no puede dejar de preguntarse, ¿qué pasó en Agüimes? Bien sencillo: en Agüimes manda el pueblo. Lo hace a través de una agrupación electoral llamada Roque Aguayro y a través de un alcalde con el nombre de Antonio Morales, pero quien gobierna es el pueblo. Así se explica, no sólo el que no haya habido otro partido en el poder desde la democracia, sino el que nadie quiera que eso cambie, el que sean la envidia de todos los municipios de Gran Canaria, que no han sabido encontrar un camino parecido, salvo quizás Santa Lucía. La calidad de vida, el bienestar, que se respira no sólo en el casco sino también en Arinaga o en Temisas, dan a entender que la política no tiene por qué ser un refugio de crápulas o un aspecto de la vida humana del que deba desentenderse el común para que quede en manos de profesionales. Vayan, visiten Agüimes y se convencerán de que es posible la utopía, la utopía de llevar una vida digna y feliz en unas pequeñas islas en el Atlántico. Pensarán, como yo pienso, que quieren toda Canarias como Agüimes.